sábado, 28 de noviembre de 2009

Entre aplaudir y actuar


Salpicada de recuerdos la inmundicia del cuerpo que derrama lágrimas negras de un futuro que no se realizó. Bañada de sonrisas ajenas que aplauden como robots que, programados para alabar lo que la globalización les venda, no se cuestionan, no reflexionan, no reproducen… sólo aplauden como focas amaestradas, sólo esperan al oscuro para entonces empezar con la función de afuera, la imagen que han de proyectar, el personaje que han de cargar éste día, cada día.

No quiero ser un personaje de tantos, me rehúso a no pensar, a existir en un sinsentido, entre las piernas de la vida y el proscenio oculto tras el telón que ya no se levanta porque no hay nada que ver del otro lado, el telón que tal vez nunca se levantó porque nada ha valido la pena.

Hoy pretendo pasar por debajo del telón, legar hasta el público y tomar asiento, ser actor y espectador, director y tramoyista; es la obra de mi vida la que quiero mostrar, la que quiero reflexionar y mostrar, replantear el teatro como todo y nada, como eterno y fugaz… como la vida que transcurre entre robots programados para aplaudir pero siendo público y actor que critica a esa clase de espectadores de la vida, que entre esperar el oscuro y aplaudir, se les va la vida en una obra que no amerita ver, reflexionar, cuestionar y mucho menos aplaudir. Hoy aplaudo a los artistas de una vida con sentido que en vez de aplaudir cuestionan, a los que no esperan, actúan.

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