lunes, 16 de noviembre de 2009

¿Aún esperas a Godot?



Si el sentido de la vida brilla por su ausencia y no hay razón de ser ni de existir, si se derriba de su pedestal a la madre lógica,todo se tiñe de absurdo con un estilo cómico que invita a la sonrisa en las ruinas de la existencia.
Máxima Absurdista


Irse lejos, suicidarse o seguir esperando. Esperar lo desconocido es casi como no hacer nada, es casi como tener una soga atada al cuello y permitir ser esclavizado por miedo a pensar por uno mismo. La espera eterna de un Godot que no aparece es no hacer nada para que aparezca, permitir que el tiempo transcurra, que las acciones que se suscitan alrededor sólo nos horroricen, pero no hacer nada, sólo esperar en una conversación intrascendente.

La trascendente obra de la intrascendencia humana evidenciada en dos actos. Esperamos a Godot, como Lucky que no habla porque Pozzo no lo deja, porque prefiere que Pozzo hable por él antes de tener que articular un pensamiento que no logra consumarse, ¿Cuántos Lucky hay en el lugar donde habito? En donde un politiquillo que articula pensamientos obscenos y ridículos puede manejar a millones de Luckys, mientras Vladimir y Estragon se aterrorizan de lo que ven pero en la espera de que Godot llegue no hacen nada para cambiarlo, esos son los intelectuales de la nueva era, los que saben, pero no les interesa más que para entablar una conversación intrascendente mientras siguen esperando.

Yo soy más como el niño, el mensajero que anuncia la llegada de Godot al día siguiente, el que avisa que Godot no llegará, porque la libertad, “Dios” Godot o como quiera traducirse simbólicamente, se crea en un día a día, se enuncia por el humano que piensa que llegará y hace algo por que llegue; es creado por los que tienen la certeza de no errar en sus actos, que saben que tenemos a un Godot interno junto a la desesperación y el silencio, no necesita que lo esperemos, necesita despertar de un letargo absurdo en el que lo hemos sumido por pura pose, por la flogera que nos causa pensar y responder de nuestros actos y dejamos la responsabilidad a un sujeto al que llamamos incompetente, pero no hacemos nada para que deje de decirnos que hacer, en cambio nos damos otra vuelta a la soga que nos ata o, en el mejor de los casos, hablamos de esos que se atan la soga, tratamos de persuadir a alguien que el suicidio es la opción “A” y que irse lejos es la opción “B”, sostenemos conversaciones sobre si conocemos o no a Godot o si lo habremos visto…

¡Basta de seguir esperando a Godot! El teatro del absurdo ha sido creado para que podamos entender lo absurdo que resulta el comportamiento humano, que en lugar de “humanizar” nos vuelve zombis alienados a los medios de comunicación, a la espera de un Godot que más que ser enunciado y utilizado por los pseudorevolucionarios de la nueva era que piensan que está de moda ir contra las reglas, creemos nuestras reglas en un sentido amplio, utilicemos al absurdo para crear un mundo que vaya en contra de lo que se esquematiza en ésta obra. Mientras tanto te aviso de una vez que Godot no llegará…

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