jueves, 10 de diciembre de 2009
El aplauso de Juanito
A veces quisiera sentir el calor de un aplauso, un reconocimiento, en algunos momentos me gustaría de menos escuchar toser al público… pero no hay respuesta, no hay más que un montón de sombras que como espectros noctámbulos me atacan con miradas bastardas, con indiferencia.
A veces reniego de lo que soy, me gustaría ser otro, de esos que están en medio de la escena y en un gesto resumen la sensibilidad del espectador, identifican con un movimiento simple las problemáticas más internas de la simpleza que es esta existencia mundana.
Pero no soy, no soy de los que están en medio de la escena, soy sólo un político que se volvió político por un golpe de suerte, que al recibir el primer aplauso se mareó e hizo el ridículo frente a los votantes, votantes que no votaron por mí, sino por una protagonista que perdiendo la audición en esta obra, pidió mi lugar y lo cedí, pero no lo entregué del todo hasta que ha sido demasiado tarde, hasta que el ridículo me ha alcanzado.
Es verdad que sentí un aplauso ajeno, es verdad que gocé lo que es ser protagonista… al menos por un instante. Pero cuando uno no es entrenado, cuando no tiene experiencia actoral, sólo puede gozar del aplauso por un instante, mismo que me será eterno mientras abrazo mi estatua, uso mi banda tricolor y le cuento tras bambalinas a quien quiera escucharme que alguna vez hasta quisieron llevar mi vida al teatro político.
Pero no soy, no seré y creo que realmente nunca fui abrazado por ese aplauso… si pudiera sentirlo… tal vez siquiera una vez...un momento... un instante enmedio del aplauso...
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