miércoles, 9 de diciembre de 2009
Balzac. Un protagonista
Si no quieres que la gente se olvide de ti apenas mueras,
escribe algo que valga la pena leerse o valga la pena
escribirse.
Benjamín Franklin.
A posteriori se crean los protagonistas prácticamente de la nada, desnudos, se visten del estilo del dramaturgo, con letras, metáforas cambiantes que los harán vivir eternamente.
Son las dignidades y riquezas, es Napoleón y sus mariscales, es poner proa con rumbo en el infinito buscando un punto en el destino, encontrar al protagonista es estar en los confines del universo, desnudo de prendas, llenando el espacio con letras.
Seguir el ejemplo de Napoleón; aspirar siempre a lo más alto sin detenerse en lo parcial, no buscar un bastón de mariscal de literatura, sino el cetro del emperador; dedicarse a observar, aprender, penetrar en los bríos que permitan continuar en la batalla de las letras; una ambición que no conoce fronteras, una ambición universal, como la fantasía creadora de la propia mente.
Es escapar del mundo en el que el dramaturgo no quiere vivir, escapar también de su mundo interior y crear uno nuevo en el que quepa lo vivido pero resignificado, re-escenificado. Es estar dispuesto a construirse en los límites de la eternidad sabiendo que no será a ti a quien recordarán, sino a tus personajes y sobre todo al protagonista con el que jugaste a ser “Dios”.
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